viernes, 2 de septiembre de 2016

Manuel Miranda

“Es la seriedad, estúpido”… A propósito de la Junta Central Electoral y las Altas Cortes.


“Es la economía, estúpido”, con esta sencilla frase, Bill Clinton derrotó la “segura” reelección del Presidente George H.W. Bush en las elecciones presidenciales de 1992 en Estados Unidos.

Bush contaba con el 90% de aprobación popular gracias a sus éxitos en política exterior, en especial la guerra del golfo, el derribo de la “cortina de hierro” y el consiguiente fin de la guerra fría. Pero descuidándose notablemente en los neurálgicos “asuntos domésticos” que padecía el pueblo norteamericano en ese entonces.

Un desconocido Bill Clinton, Gobernador de un Estado con poco “peso” como Arkansas, genialmente, sacó esa frase a escena y “machacó” con ella hasta lograr la victoria.

Esto me recuerda, lo que nos razonaba don Fulvio Lora, el viejo zorro reformista de San Francisco de Macorís, cuando nos alegaba que no era "la apoliticidad" lo importante, si no “la seriedad” del candidato a la Junta Central Electoral (JCE) o Juez de cualquiera de las instancias judiciales o “extrajudiciales”… Don Fulvio siempre argumentaba que “la gente se equivoca cuando objeta por militancia política, cuando en los Partidos hay mucha gente seria y fuera de los Partidos mucha gente corrupta… Ser serio, honesto se antepone a todo ello…”

Por ello, en muchas partes del mundo, podemos observar que las elecciones son organizadas por el Ministerio de Interior y todo transcurre sin inconvenientes, ya que aunque el titular sea "del partido de gobierno" siempre se procura que sea ante todo, honesto.

También recuerdo a mi padrino César Darío Pimentel Ruíz, que ocupó diversas posiciones importantes dentro del tren judicial, a pesar de su militancia política, y nadie cuestionó su independencia, imparcialidad y objetividad al momento de dictar justicia, tanto así, que hasta “perjudicaba” los intereses de dirigentes de su propio partido. Su labor fue tan meritoria, que fue reconocido por el Colegio de Abogados y declarado “hijo meritorio” de San Francisco de Macorís, a pesar de nacer y formarse en Santo Domingo.

Es cierto, que el factor “político” influye, decide en la selección de las Altas Cortes, Junta Central Electoral (JCE), Cámara de Cuentas y hasta en las Juntas de Vecinos, pero eso no puede ser excusa para cerrarles el camino a personas de incuestionable trayectoria profesional de algunos de los postulados ante esas instancias.

Ni tampoco tacharlos por militancia política, para darle espacio a “notables” o “personalidades de la sociedad civil”, muchos de dudosa reputación ética y moral.

Lo importante es la seriedad, objetividad, imparcialidad, profesionalidad, honestidad intelectual y material del candidato.

Recuerden que el ratero, no tiene militancia política, ni siquiera vota, porque no tiene cédula.

DEJAR UN COMENTARIO