12 Enero 2009, 11:24 AM
Cápsulas
Escrito por: ALVARO ARVELO HIJO

La única posibilidad de lograr la paz entre israelíes y palestinos está basada en la creación del Estado Palestino, como lo estableció la ONU hace ya más de 60 años. Y lo ha reiterado en 10 ocasiones.

La entonces naciente Organización de las Naciones Unidas estableció en la zona de la Palestina dos Estados, uno de ellos que desde entonces funciona como un modelo en diferentes órdenes: el judío.

La otra parte de la sabia decisión de la ONU, o sea, el Estado Palestino, no se cumple por ya más de 6 décadas, lo que es una derrota para esa entidad, para la zona, para las posibles relaciones normales entre los “primos” y para la llamada comunidad internacional. Y también es una derrota para los estados árabes que siempre, salvo una que otra excepción, han mirado con indiferencia, indolencia, apatía y complicidad la causa palestina.

¿Por qué no se cumple la resolución de la ONU de 1948, es decir, por qué no existe, como sucede en el caso del formidable Estado de Israel, el Estado que merecen los sufridos palestinos?

Muy sencillo, porque a la creación de ese Estado se oponen los influyentes, agresivos y peligrosos halcones sionistas, se oponen los Estados Unidos, se oponen los gobiernos de los países más deliberantes de Europa, se oponen el 90 por ciento de la diáspora judío mundial, se oponen algunos de los propios países árabes y se opone la indiferencia de estados árabes poderosos (encabezados por Arabia Saudita y Egipto) y dictaduras árabes influyentes, como las de Libia y Siria, unidas a las dictaduras de los otros dos estados citados en el paréntesis.

Mientras gobierno tras gobierno, desde Harry Truman a la fecha, el mando USA hace causa común con los sionistas, desde David Ben Gurión al día de hoy, han muerto cientos de miles de palestinos, hombres, mujeres y niños, en cada escalada de las fuerzas armadas israelíes.

Y cuando hubo en Israel un primer ministro que creyó en la paz, en la creación del estado palestino y en la convivencia entre los primos abrahamistas, o sea, Yizak Rabin, los sionistas se encargaron de asesinarlo.

Y que conste, Yizak Rabin no venía de las filas liberales, progresistas, pacifistas, pro resolución de la ONU de 1948, etcétera, sino que venía de la línea dura pero alejada del sionismo y cercana a la realidad del siglo 20, y a la necesidad de la paz.

Porque es bueno que se sepa, el que no lo sabe, que Yizak Rabin fue general-jefe del estado mayor del Ejército de Israel, de las guerras contra los árabes de 1967 y 1973 y el oficial más condecorado de la historia de Israel.

Pero… buscó una paz y un reconocimiento palestino que lo peor del sionismo malvado no acepta, y terminó muerto a tiros tras pronunciar un discurso y haber estado en aquellos días en serias, responsables, valientes y consecuentes gestiones de paz, las que en USA estimularan los presidentes Jimmy Carter y Bill Clinton.

En mi condición de judío, porque soy sefardita, judío blanco (no es racismo sino cosas muy complicadas para dilucidar aquí) y sefardí canario, he lamentado que mi pueblo sea conocido por la mayoría por sus guerras, por sus luchas fronterizas contra los árabes (muchas veces para defender sus derechos y su territorio) y no por lo que en realidad es Israel: un Estado paradigmático, capaz de ser ejemplo, en muchos casos, para el mundo. Bueno, el caso es que ahora vemos con horror otra escalada de la violencia contra los palestinos y las provocaciones del sector radical y violento del jamanismo.

Esta nueva versión de las masacres de palestinos me lleva a reiterar, como judío y como defensor del Estado palestino, que sólo la realidad del mismo cambiaría las cosas en esa zona.

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