Ante casos desesperados, medidas desesperadas.
- Adagio.
Un viejo cuento, es aquel donde se critica la amputación de una pierna, pero cuando se explica que era para parar la propagación de alguna infección o cáncer para evitarle le muerte al paciente, vienen los elogios.
Digo ello, porque muchas veces se ha criticado la “cesión de soberanía” que fue la Convención Dominico Americana de 1907, donde les fueron traspasadas la administración de las Aduanas al gobierno de los Estados Unidos de América, para que este se cobrase la deuda externa y al mismo tiempo, le cediera parte de las recaudaciones al Estado dominicano para que atendiera sus propias necesidades.
Yo mismo en mi ignorancia, he llegado a criticar ese “crimen de lesa patria”, pero al estudiar los antecedentes históricos y las circunstancias, he llegado a la conclusión que fue genialidad del “atronao” Presidente Carlos Morales Languasco.
ANTECEDENTES:
Al proclamarse la independencia dominicana el 27 de febrero de 1844, nuestro país aún no era una sociedad capitalista, sino esclavista, azucarera, conuquera y traficante de mercancías, como brillantemente expone el Dr. Frank Peña en varias de sus obras, en especial “100 años de miseria en Santo Domingo”
Luego de ese acontecimiento, aunque éramos “república” nunca se pudo establecer como ESTADO con instituciones, ni siquiera con moneda propia, apelando a monedas extranjeras como las “morocotas” traídas desde México, el dólar americano, oro y trueque. El “modelo económico” heredado desde la colonia, aún se mantenía imperante.
A ese “modelo económico”, se le sumaron a nuestro incipiente “país” una historia interminable de guerras con Haití, golpes de Estado, anexiones, conspiraciones y guerras civiles que tuvieron su final con la invasión de Estados Unidos de 1916.
Dentro de ese caótico escenario entre 1844 al 1916, gobiernos irresponsables y corruptos, en especial los encabezados por Buenaventura Báez y Ulises Heureaux, embarcaron a nuestra “nación” en una carrera de empréstitos que hipotecaron nuestro destino.
Ante esa espiral de endeudamiento, hubieron algunas "ideas locas” para darle “solución” como el golpe de Estado del General Pedro Santana perpetrado contra Buenaventura Báez y la anexión a España en 1863, el intento de arrendamiento a la Bahía de Samaná nuevamente por Buenaventura Báez, etc. etc. etc.
Paradogicamente, a pesar de ser protagonistas de grandes batallas contra Imperios, nunca contamos con un Ejército profesional, cada uno de nuestros próceres, generales o caudillos, contaban con su propio contingente de hombres armados o "guardia pretoriana" conformada por "sus leales" e incondicionales, constituyendose en "caciques" regionales y de alcanzar el solio Presidencial, se las traía consigo.
Unido a este desorden, a alguien se le ocurrió (creo que a Tomás Bobadilla con Tortuguero de Azua a favor de mi ancestro Juan Miranda), crear aduanas y cederlas como “negocio privado” en favor de los diversos “caciques” que operaban en todo el territorio nacional, como una forma de “contentarlos” y permitir al Presidente de turno “gobernar desde la Capital”. A lo que se agrega que como territorio “feudal” no existieran autoridades colectoras de impuestos internos, ni medios coercitivos y mucho menos empresas a quienes cobrarles.
De estas premisas: Dentro de la Doctrina Monroe, los Estados Unidos de América, decidió comprar la deuda externa a la que habían sido sometidas varias de nuestras Repúblicas bananeras, que habían contraído con los “piratas” europeos, quienes no dudaban en ejercer “cobros compulsivos” desde invasiones hasta bloqueos navales.
Estados Unidos de América, a partir de ese momento, se convierte en nuestro acreedor.
LA CONVENCION DOMINICO AMERICANA:
Dentro de esa vagabundería, de Presidentes cada 2 días, guerras civiles, rebeliones, cacicazgos, maniguas, revoluciones, golpes de Estado, autogolpes de Estado, traiciones, anexiones e invasiones extranjeras, pillajes y montonera, fue electo Presidente Carlos Morales Languasco y en febrero de 1905, tuvo la idea de empezar las negociaciones con su acreedor los Estados Unidos de América para ceder las aduanas dominicanas, para el cobro de la deuda externa.
Este acuerdo se le dió “cuerpo” por el Presidente Ramón Cáceres en 1906, firmado definitivamente el 8 de febrero de 1907 y formalmente puesto en marcha el 3 de mayo de ese mismo año.
UN BUEN NEGOCIO QUE NO FUE “CESION DE SOBERANIA”
En conclusión, la cesión de las aduanas dominicanas, fue la salida, que permitió empezar a pagar la deuda externa y la captación de recursos a favor del Tesoro Nacional.
En términos reales, al estar las aduanas “bajo control” de los Caciques de la época, en realidad no hubo “cesión del patrimonio nacional” porque sencillamente NO HABIA PATRIMONIO NACIONAL.
Los “caciques” con sus chantajes y negocios turbios contra los intereses del pueblo, tampoco eran representantes de la “soberanía nacional”.
No fueron traspasadas ni vendidas ni "privatizadas" playas, minas y territorios completos ni tampoco fueron arrasados ríos y bosques, ni mucho menos prestarse a "desplazamientos poblaciones" a cambio de impunidad o riquezas, como es lo usual en estos "tiempos globales"
Se cedió un NEGOCIO PRIVADO, a favor de Estados Unidos de América y que luego pasó a formar parte del PATRIMONIO NACIONAL con el Tratado Trujillo – Hull de 1940, con el subsiguiente beneficio del saldo de la deuda y una fuente confiable de captación de recursos a favor del país.
Una medida desesperada, ante un caso desesperado, pero brillante.