Esa es la visión, es el temor, de las comunidades latinas en Florida y New York, tras el cruento asesinato de Lezandro Guzmán Feliz (Junior), un adolescente de 15 años hijo de inmigrantes dominicanos, en horas de la noche del miércoles 20 de junio de este año.
Hecho atroz: Por ser realizado salvajemente a machetazos y cuchilladas.
Lo peor de todo esto, es que el hecho ocurrió, dentro de una “bodega” ubicada al este de la calle 183, en la confluencia de la avenida Bathgate, en el área de Belmont, conocido como barrio italiano. La “bodega” es la extensión de los llamados “colmadones” de los barrios de República Dominicana. Donde las personas adquieren desde golosinas hasta productos para su alimentación, pero a su vez, lugar de encuentro informal y “familiar” donde comparten tragos. Agravado en que nadie salió en su auxilio, nadie salió a socorrerlo mientras este se arrastraba hacia el hospital de St. Barnabas, aunque si fueron prestos para grabar el acontecimiento y subirlo a las redes sociales donde se ha convertido en “viral”.
Hasta al momento que les escribo tiene más de 200 mil visualizaciones en la etiqueta #justiceforjunior, en twitter e Instagram.
En resumen: Salvajismo, brutalidad e insensibilidad contra un adolescente inocente, a plena vista de todos, donde concurren amas de casa, niños y trabajadores a comprar lo que necesiten.
Este lamentable acontecimiento, es apenas la “la punta del iceberg”, en cuanto al creciente aumento de las bandas criminales compuestas por inmigrantes e hijos de inmigrantes “latinos” específicamente dominicanos, quienes hasta se atribuyen títulos patrios como “Los Trinitarios”, como los ejecutores de Junior. Quienes ahora actúan desbordadamente, sin importar que sea a la vista de todos, si son grabados, sin verificar identidad de sus víctimas.
Bandas criminales, que de simples vendedores de drogas en las esquinas de New York, han “evolucionado” a una versión “africanizada” de las mafias italianas y judías que se asentaron en Estados Unidos en 1869. Ya que en lugar de costosos trajes y ametralladoras, ostentas ropajes estrambóticos y el “machete” como su arma predilecta.
Mucho peor aún, es que se trata de “dominicanos”… No las “tradicionales” grupos criminales de origen mexicano, colombiano y salvadoreño. Lo que da a entender que ese flagelo se ha extendido como cáncer hacia toda la comunidad latina
Esta situación, ha causado alarma entre esas comunidades, como se demuestra en la “viralización” y que la Policía de New York, haya actuado prontamente, apresando a los autores.
Pero también mucha preocupación, porque coincide justo cuando se radicalizan las medidas anti inmigrantes impulsadas por la administración de Donald Trump, quien ahora cuenta con gran “justificación” ante sus electores, para avanzar en ellas.
El gran temor de las comunidades latinas en New York, es que por unos pocos, paguen todos. Ya que este hecho, agravan su estatus migratorio, donde puedan colocarlos como potenciales “peligros de seguridad nacional” a la par de los grupos terroristas. Con la secuela de deportaciones masivas, exagerados y abusivos controles en los aeropuertos, y mayores requisitos para visados.
En el caso específico de Florida, donde las comunidades latinas son mayoritariamente cubana, boricua y venezolana, lo que más les preocupa es la “insensibilidad” del encargado de la bodega, por no llamar al 911 para salvarle la vida a Junior y especulan que no lo hiciera, por ser “cómplice” o sentirse amenazado por “Los Trinitarios” o que esa bodega sea “punto” de distribución de drogas.
¡! Vaya paradoja ¡!
NOTA ADICIONAL:
Muchos dudan que haya sido “por error”, que fuese Junior el asesinado, más si es en el Bronx donde “todos se conocen”. Aparte de que New York, es el lugar donde existan más bandas “juveniles”. Usualmente cuando ocurren asesinatos horrendos, perpetrados por bandas, es previa labor de seguimiento y ubicación de la víctima, para luego planear y ejecutar.